Placer instantáneo y vacío

Hace tres semanas, me topé con algo insólito en el trabajo. Una de mis tareas es analizar los términos más buscados en Amazon semanalmente en los cinco países europeos en los que operan: Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y España. Siempre me dejo España para el final porque es en el que más me gusta indagar. Ver lo que la gente busca en Amazon es en sí mismo fascinante, te enseña cómo funciona la sociedad consumista, dependiendo de las estaciones y de las modas. Es un buen reflejo de la actualidad de cada país y también de sus diferencias culturales. Pues bien, hace tres semanas, en España hubo algo que me llamó poderosamente la atención. 

El número uno en la búsqueda como casi todas las semanas era “xiaomi”, después venía el siempre predecible “auriculares bluetooth”, seguido de cerca por “disfraz halloween mujer”. La cuarta posición sin embargo fue la que me pilló desprevenida: “succionador de clítoris con vibrador”. Esto era lo cuarto más buscado en Amazon España hace tres semanas y yo no tenía ni idea todavía del furor del Satisfyer. La semana siguiente, ese término ocupaba ya la segunda posición, por encima de “auriculares bluetooth”. 

En ningún otro país aparecía algo similar tan arriba en la lista y quise saber más. Al no vivir en España, a veces me pierdo tales eventos socioculturales como lo está siendo el Satisfyer. Cuando empecé a interesarme y a prestar atención, de golpe, estaba en todas partes. Memes en Twitter, bromas en mis grupos de WhatsApp, incluso en los podcast que escucho en español hablaban de esto. ¿Cómo se me podía haber pasado por alto algo tan omnipresente? 

Cuando leí cómo funcionaba el estimulador me invadió una sensación de desolación tremenda, no podía explicar muy bien por qué en aquel momento, pero el funcionamiento y el éxito de este consolador me provocaba un rechazo descomunal. Para los que hayais estado viviendo debajo de una roca incluso más grande que la mía, el Satisfyer succiona el clítoris a gran velocidad y promete el orgasmo casi inmediato, menos de un minuto, dicen muchas de las que lo han probado. 

Al ver un video de cómo se movía el succionador, mis peores temores se confirmaron. Me debatí sobre por qué me parecía tan mal que por fin se le diese importancia a la estimulación clitoriana, pero ese no era mi problema, claro está. Esto era neoliberalismo en estado puro. Un aparato que se mueve a toda velocidad para que te corras lo antes posible sin ayuda de nada ni de nadie. Sin necesidad de imaginación, ni de esfuerzo, en un tiempo record y como una transacción. La inmediatez lo está haciendo irresistible para la mujer moderna que ya no tiene tiempo ni de masturbarse tranquilamente o voluntad de pasar un rato más largo de lo necesario consigo misma. Pero, ¿por qué estamos haciendo del onanismo algo fugaz y robótico? 

Nos lo estamos vendiendo a nosotras mismas como una revolución sexual, algo de lo que hablar a todas horas con todo el mundo porque “mira qué abiertas somos y qué liberadas estamos que podemos hablar sin tapujos de cómo nos masturbamos muy eficientemente”.

Pero esto no es lo que queremos que sea, es neoliberalismo individualista, placer instantáneo y vacío. 

Mi crítica al fenómeno del Satisfyer no es la masturbación en sí, obviamente. Es la transaccionalidad y la inmediatez lo que me tira para atrás. Al ponerte un aparato eléctrico que succiona el clítoris a una velocidad nunca vista para correrte lo antes posible, pasa la masturbación de ser un acto de amor con sigo misma a algo automático y sin alma. 

Otro aspecto que encuentro bastante desolador es el de tantísimas mujeres, sorprendidas hasta decir basta con el tipo de orgasmo que el succionador de clítoris les produce. No sólo es triste que muchas afirmen que nunca pensaron que los orgamos podían ser tan intensos si no que además, la sobre estimulación clitoriana, puede llevar a la insensibilización de la zona. Masturbarse con un aparato que te succiona el clítoris no se cuantas veces más rápido que una boca lo haría es exponerse al fracaso inminente en tus futuras relaciones sexuales, tanto con otra persona como contigo misma. Es dejar de necesitar estímulos externos y reducir algo que debe estimularte tanto mental como físicamente a una rutina autómata. 

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